3 de mayo de 2012

CONQUISTANDO EL EVEREST

Por: Alejandra Uribe. El Monte Everest no sólo representa la montaña más alta del mundo, es también el sueño de casi todos los alpinistas. Sus 8.848 metros de altura convierten el ascenso a la cima en prácticamente una odisea, sin embargo, anualmente cientos de soñadores se preparan física y mentalmente para luchar contra las inclemencias de la naturaleza, asumiendo así los riesgos propios de esta travesía. Entonces, ¿qué los motiva a hacerlo?. Hace algunos años atrás tuve la oportunidad de asistir a una conferencia de Proyecto Cumbre, agrupación de montañistas venezolanos, durante la cual uno de sus integrantes respondió a ésta interrogante quizás de la forma más inesperada: “el camino es la meta”. En ese momento, el silencio invadió la Sala, como si todos estuviéramos experimentando un momento de iluminación. Definitivamente, su respuesta me impactó y a partir de allí ésta frase se quedó conmigo. Frecuentemente, como individuos y profesionales solemos enfocarnos en las metas que nos proponemos alcanzar, ellas se convierten pues en cifras, estadísticas, planes y scorecards; pero, ¿realmente nos concentramos en lo que hacemos día a día para alcanzarlas?. Así como el montañista entrena diariamente para que su cuerpo alcance las condiciones requeridas para el ascenso, así debemos canalizar nuestra energía y desempeño manteniéndonos presentes en el ahora, siendo conscientes del impacto que nuestra contribución tiene sobre el equipo de trabajo, la compañía, nuestro entorno y nosotros mismos. Sin importar que tan desafiante parezca una meta, siempre existirán caminos que nos permitan alcanzarla, la travesía de uno es la travesía de todos. Solemos disfrutar del éxito cuando airosamente conquistamos las metas, sorprendentemente, minimizamos lo que el camino hacía ellas representó, siendo allí donde aprendimos, trabajamos en equipo, nos fortalecimos y enfrentamos nuestros miedos. Subestimamos además la contribución del otro para el alcance de la meta, limitándola al aspecto tangible anulando el intangible: la motivación, el respaldo, la confianza y el acompañamiento que nos fue brindado. Los grandes líderes saben que “al conquistar su Everest” no lo han hecho solos. Cuando un montañista llega a la cima lo hace acompañado, porque para que eso sucediese todo un equipo que incluye desde compañeros de expedición, entrenadores, patrocinadores, familiares hasta amigos, han realizado su aporte personal, han dado su grano de arena. De igual forma, al conquistar nuestros Everest tengamos siempre presentes a todos nuestros “socios estratégicos y contribuidores”, reconozcamos su valioso aporte y más importante aún agradezcámoslo. En Halliburton, disponemos de valiosas herramientas corporativas para hacerlo, tales como: MVP, Aplausos, Empleados Destacados del Mes, ¡utilicémoslas!, mas no dejemos de lado la más valiosa de todas: la gratitud. Ejercitémonos diariamente en ser agradecidos, cuando el camino es la meta, tan importante como alcanzarla es como llegamos a ella. ¡Gracias! Gracias Alejandra por esta reflexión signo de madurez y crecimiento personal y grupal

No hay comentarios: